sábado, 11 de julio de 2009

Pues a veces no sé que hacer conmigo, miro a mi sombra y esta me devuelve la imagen deformada, oscura, de un tronco deshuesado.
Yo trato de encontrar a alguien en medio de mi soledad y de la soledad con la que cargan todos. Proseción de miradas al aire, de cuerpos insatisfechos.
Es algo imposible de solucionar, la soledad digo. Solo queda tratar de llevarse lo mejor posible con ella. Compartirla. Respetarla si es que no quiere exhibir su cuerpo acuoso. Dejarla bailar en los potreros abandonados.
Cansada, el alma, se apoya en la palma de la tarde, imagina un nuevo encuentro. Algo que desparasite el tajo del vacío. Entre las horas del día se cuela una mujer de sentimientos desprolijos. Mas parecida su actitud a la de esos perros que no son de nadie y son de todos. Agua desesperada que se escurre por los huecos de las vidas ajenas para probarse otras máscaras. Descocada y cabizvana, casi desnuda, mirando babeante a los cuerpos perfumados que cortan el aire.
De todas maneras la dejo , hay lugares, como este planeta en el que alguna de las que soy no tienen forma para existir. Aunque, de vez en cuando, al paso como sin querer, alguien roza su consistencia de medusa.

Mirar por la ventana, mi propio cadáver muerto de frió por la abstinencia. Por no ser salpicado, aunque sea apenas, por una llovizna dulce. Por no encontrar poesía en los bordes de la noche ni en los rincones habitados por el olvido. Fingir encuentros de ojos, encuentros de caras, encuentros de palabras. Fantasía inquieta por sufrir de hambre. Los posos que no encuentro están al borde de cada paso. Tienen la salida justo donde no puedo alcanzarla. Mientras miro como las imágenes amables se filtran lentamente en su tumba nueva, apoyo las horas sobre la mesa, las deshojo y con los pedazos armo el día.

Cuenta el cielo que uno de esos días se sintió conmovido: los fragmentos de un cuerpo se colgaban unos sobre otros y desde esa construcción comenzó a decir. Dijo su historia y otros dichos...con mucha dulzura, tanta que si la hubiera escuchado un mortal habría quedado perplejo.

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