martes, 21 de julio de 2009

Esto lo escribimos con Alejandro de Tandil, para su bella hija Sol.

Ella inventa que hay escaleras y las baja gateando, la espera el patio, que da a todos lo patios...donde los paredones son muy bajos.
Ahí se encuentra con todos los perros, gatos y tortugas, que la saludan con mucha fiesta.
Luego al barro, con chupete, risa y placer. "La tierra nuestra hermana y yo juego con ella, la transformo, es ahora mi mundo, donde caerse no duele."
"Yo quiero el pan ahora, para compartirlo con mi hermana tierra."
Ya vienen muchos chicos, con las bocas sucias de diferentes colores, con algunos dientes...a jugar hasta que me alcance el sueño, y sueño que sigo andando por las escaleras, ahora hacia arriba, allá esta mi papá , me lleva alto.
El padre la lleva tan alto que cree sentir que toca las estrellas con las mano. La tira al aire en un viaje que dura una eternidad y en el aire sus manos se juntan en su boca para contener la emoción y la carcajada. Vuelve del trabajo y ya hace 6 horas que no lo ve.
Cuando él se cansa y la abandona en su silla para comer ella, muy torpemente, intenta
taparse la cara con un trapo para invitarlo a jugar al Cuco... el, desgastado por la cotidianeidad de un monitor en relación de dependencia, no descifra las señales de su prole y dice:
- Cecilia, mirá a la nena, voy a ducharme.
Ella mira inmóvil a su padre, el repasador mezclado entre sus dedos, sus piernas van y vienen colgando de su silla, los codos apoyados. Lo sigue con la mirada sin intentar ningún nuevo mensaje, hasta que él desaparece detrás de la puerta.

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