lunes, 2 de mayo de 2011

Me espera la mañana para ver como te despierto, si retrocedo sobre tu respiración y vuelvo en aleteo de gaviota, si desembarco a los gritos al borde de tu cuerpo manchado de sombras, o si me voy sacando las marcas de la desventura con la lengua, hasta quedar limpia de desdicha y, siendo parte de las sabanas ,espero a tus ojos hasta que los abras.

sábado, 30 de abril de 2011

Me buscaste al entrar, buscabas mi cara, buscabas la sonrisa en mi cara. Me gusta cuando llegas y buscas mi cara, y me doy cuenta que algo se tranquiliza entre los dos si nos vemos, en algún momento del día nos vemos, y yo agradezco tu mirada que busca mi cara. La sonrisa en mi cara.

Recibido

Puedo ver ,
aunque los pensamientos ocurran como un indescifrable verso escrito en la piedra,
que mis manos se abren,
carne devenida en ramilletes rojos,
para recibirte, amor,
y seas una exalación que viene cruzando los caminos del tiempo,
para contarme la historia,
para recordar que vengo de la arcilla,
o del barro blando del arroyo.
Ocurre, amor, que no puedo evitar ver la verdad,
pues de lo contrario la ceguera estrangula mi vida.
He viajado, ya ves, acá estoy con tanto en este cuerpo
como las capas de hojas secas, ya tierra, debajo del árbol,
que no queda mas que mirarte y veo tan claro,
que la tierra se agrieta bajo mis pies si no camino.
Que no queda mas que mirarte y veo tan claro...

lunes, 28 de marzo de 2011

Desde que los días dan a la luna, como un almanaque vacío...me gusta quedarme en la orilla de enfrente y verte pasar. Ya sabes lo que me gustan los hombres como vos, camisa metida dentro del pantalón, prolijamente planchada y prendida hasta el anteúltimo botonsito, la espalda tal vez transpirada, la camisa tal ves arremangada, y un tiento trenzado con un gran manojo de llaves colgando de la cintura. La llave, la que abre mi puerta y la deja abierta hasta que el viento pampeano la arranca y deja las bisagras deshilachadas. Si, me gustan los hombres como vos, que se quedan charlando en las esquinas, haciendo ademanes, sobre algún tema preocupante..y de reojo miras pasar un perro y le extendes la mano para saludarlo. A veces te quedas mirando, las manos en la cintura, los labios apretados, los ojos achicados, quien sabe en que pensas o con que soñas. De golpe suspiras y cruzas la calle por el medio, casi corriendo y desapareces en la oscuridad de la tarde.

martes, 18 de enero de 2011

La Puerta de Cuzco.



Quién sabe que exhalaba ella, sentada en la escalera. El cielo cargándose de tormenta, la luz cediendo, algunas gotas despertando el granito de las escaleras. Quien sabe que exhalaba ella, Celina, la cabeza metida entre los brazos, los brazos apoyados en las rodillas, la lluvia desplomándose sobre su cabeza. ¿Exhalaba la ceniza de su difunta madre, ceniza insípida?, ¿el vapor de los vestuarios donde los boxeadores escurrían la sangre de sus cuerpos bajo el agua caliente?, ¿el perfume de las madreselvas que trepaban hasta su ventana, la del altillo?...¿o las horas híbridas que no la llevaban a ningún principio y a ningún final?. Podría verla durante largo tiempo, pero jamás habría certeza sobre sus reflexiones.



Lo único cierto es lo que pude ver esa tarde, un señor salió de la parroquia, distraído, retrocedió y se acerco para oírla. Ella hacía un sonido similar al de un perro soñando. También se sacudía. Él frunció su frente arrugada, la piel blanca, como el color de las personas que se han mimetizado con el gris de las grandes ciudades. Se peino con la mano su poco pelo canoso despeinado por el viento que había comenzado a empujar los cuerpos. Miro hacia ambos lados, nadie mas que lejanos seres correteado por la vereda, cubriéndose las cabezas, pasaban por allí. Luego, con lentitud, como tratando de frenarse, se agacho junto a ella y comenzó a olfatearla. Olfateaba y movía sus ojos, como si leyera los olores que rodeaban a Celina y pudiera reconocer las calles por las que camino, desorientada, el hambre, el tiempo de su deambular. Finalmente hablo.


- Señora- dijo y ella levantó la cabeza, los ojos muy chiquitos, miró un instante y volvió a su posición anterior.
- ¿Señora, necesita algo?- Ella dijo algo sin levantar la cabeza, algo incomprensible.
Entonces él le levantó el mentón con cuidado y la escuchó:


- Siempre esta cerrado, llego a casa y cerrado, me voy de nuevo, llego a casa y cerrado, las cosas están en casa, todas las cosas , los discos, el paraguas, las masetas sin regar, no puedo entrar- al decir esto, sin aliento, se desplomó sobre la escalera.


El hombre, con gran esfuerzo, la levanto con cuidado, pesaba lo que pesa una caja con gatos abandonados. La llevo dentro de la parroquia y la sentó frente a la virgen, la Virgen de la Puerta de Cuzco.
Él, agitado, se sentó junto a ella mientras la sostenía de los hombros y así quedo en silencio, esperándola, hasta que ella volvió del sueño.
Al despertar se sobresaltó, retrocedió, espantada.
- Señora, usted se desmayó en a puerta de la parroquia.
Ella quiso hablar pero no le salían las palabras, se tocó la boca con las dos manos- tengo sed- dijo.
El hombre miró hacia todos lados, queriendo solucionar su problema, el agua que había allí era el agua de las flores de la Virgen de l Puerta de Cuzco. El agua fresca, cambiada por los monaguillos temprano. Así que se acercó a la santa Imagen, con mucho respeto retiró las flores, las acomodó nuevamente con cierta torpeza y le acercó a Celina el frasco.Ella lo miró fijamente. El le miró detenidamente las rodillas sucias, delgadas, temblorosas, y en esa distracción sintió que ella le arrancó el frasco de las manos y tomó toda el agua con desesperación.
Ella luego rió apenas, con una súbita y diminuta felicidad. El sintiéndose nuevamente aceptado, se sentó junto a ella, sus ojos nuevamente en las rodillas de Celina.La pollera de algodón, con pequeñas flores verdes, dejaba ver sobre las piernas, manchas de diferentes formas, como dibujos inciertos sobre su piel blanca. El señor, con el frasco vacío en la mano pareció descubrir belleza en Celina, se acomodó sobre su mano, el codo apoyado sobre el banco de la parroquia y la miró y la escucho hablar, ella dijo pocas palabras aisladas. Ella se cansó al rato, suspiró profundamente. El pensó que molestaría, así que se paró y le estiró una mano para despedirla.Ella le tomó los dedos, con su mano fría y llena de marcas secas, le tomo fuerte los dedos y se paró junto a él. Luego le tomó el brazo y los dos se fueron, caminando despasito , parecían recién casados.