martes, 18 de enero de 2011

La Puerta de Cuzco.



Quién sabe que exhalaba ella, sentada en la escalera. El cielo cargándose de tormenta, la luz cediendo, algunas gotas despertando el granito de las escaleras. Quien sabe que exhalaba ella, Celina, la cabeza metida entre los brazos, los brazos apoyados en las rodillas, la lluvia desplomándose sobre su cabeza. ¿Exhalaba la ceniza de su difunta madre, ceniza insípida?, ¿el vapor de los vestuarios donde los boxeadores escurrían la sangre de sus cuerpos bajo el agua caliente?, ¿el perfume de las madreselvas que trepaban hasta su ventana, la del altillo?...¿o las horas híbridas que no la llevaban a ningún principio y a ningún final?. Podría verla durante largo tiempo, pero jamás habría certeza sobre sus reflexiones.



Lo único cierto es lo que pude ver esa tarde, un señor salió de la parroquia, distraído, retrocedió y se acerco para oírla. Ella hacía un sonido similar al de un perro soñando. También se sacudía. Él frunció su frente arrugada, la piel blanca, como el color de las personas que se han mimetizado con el gris de las grandes ciudades. Se peino con la mano su poco pelo canoso despeinado por el viento que había comenzado a empujar los cuerpos. Miro hacia ambos lados, nadie mas que lejanos seres correteado por la vereda, cubriéndose las cabezas, pasaban por allí. Luego, con lentitud, como tratando de frenarse, se agacho junto a ella y comenzó a olfatearla. Olfateaba y movía sus ojos, como si leyera los olores que rodeaban a Celina y pudiera reconocer las calles por las que camino, desorientada, el hambre, el tiempo de su deambular. Finalmente hablo.


- Señora- dijo y ella levantó la cabeza, los ojos muy chiquitos, miró un instante y volvió a su posición anterior.
- ¿Señora, necesita algo?- Ella dijo algo sin levantar la cabeza, algo incomprensible.
Entonces él le levantó el mentón con cuidado y la escuchó:


- Siempre esta cerrado, llego a casa y cerrado, me voy de nuevo, llego a casa y cerrado, las cosas están en casa, todas las cosas , los discos, el paraguas, las masetas sin regar, no puedo entrar- al decir esto, sin aliento, se desplomó sobre la escalera.


El hombre, con gran esfuerzo, la levanto con cuidado, pesaba lo que pesa una caja con gatos abandonados. La llevo dentro de la parroquia y la sentó frente a la virgen, la Virgen de la Puerta de Cuzco.
Él, agitado, se sentó junto a ella mientras la sostenía de los hombros y así quedo en silencio, esperándola, hasta que ella volvió del sueño.
Al despertar se sobresaltó, retrocedió, espantada.
- Señora, usted se desmayó en a puerta de la parroquia.
Ella quiso hablar pero no le salían las palabras, se tocó la boca con las dos manos- tengo sed- dijo.
El hombre miró hacia todos lados, queriendo solucionar su problema, el agua que había allí era el agua de las flores de la Virgen de l Puerta de Cuzco. El agua fresca, cambiada por los monaguillos temprano. Así que se acercó a la santa Imagen, con mucho respeto retiró las flores, las acomodó nuevamente con cierta torpeza y le acercó a Celina el frasco.Ella lo miró fijamente. El le miró detenidamente las rodillas sucias, delgadas, temblorosas, y en esa distracción sintió que ella le arrancó el frasco de las manos y tomó toda el agua con desesperación.
Ella luego rió apenas, con una súbita y diminuta felicidad. El sintiéndose nuevamente aceptado, se sentó junto a ella, sus ojos nuevamente en las rodillas de Celina.La pollera de algodón, con pequeñas flores verdes, dejaba ver sobre las piernas, manchas de diferentes formas, como dibujos inciertos sobre su piel blanca. El señor, con el frasco vacío en la mano pareció descubrir belleza en Celina, se acomodó sobre su mano, el codo apoyado sobre el banco de la parroquia y la miró y la escucho hablar, ella dijo pocas palabras aisladas. Ella se cansó al rato, suspiró profundamente. El pensó que molestaría, así que se paró y le estiró una mano para despedirla.Ella le tomó los dedos, con su mano fría y llena de marcas secas, le tomo fuerte los dedos y se paró junto a él. Luego le tomó el brazo y los dos se fueron, caminando despasito , parecían recién casados.

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