lunes, 28 de marzo de 2011

Desde que los días dan a la luna, como un almanaque vacío...me gusta quedarme en la orilla de enfrente y verte pasar. Ya sabes lo que me gustan los hombres como vos, camisa metida dentro del pantalón, prolijamente planchada y prendida hasta el anteúltimo botonsito, la espalda tal vez transpirada, la camisa tal ves arremangada, y un tiento trenzado con un gran manojo de llaves colgando de la cintura. La llave, la que abre mi puerta y la deja abierta hasta que el viento pampeano la arranca y deja las bisagras deshilachadas. Si, me gustan los hombres como vos, que se quedan charlando en las esquinas, haciendo ademanes, sobre algún tema preocupante..y de reojo miras pasar un perro y le extendes la mano para saludarlo. A veces te quedas mirando, las manos en la cintura, los labios apretados, los ojos achicados, quien sabe en que pensas o con que soñas. De golpe suspiras y cruzas la calle por el medio, casi corriendo y desapareces en la oscuridad de la tarde.

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