martes, 10 de noviembre de 2009

Homenaje al padre.

Volvíamos del bioquímico, y cada vez que me sacaban sangre me llevabas a Bianca y me pedías un café con leche. Ya, desde mitad de cuadra sentía en el paladar el vapor íntimo del queso derretido de los tostados, luego entrábamos y mi alma pequeña se impregnaba toda del perfume a café. Nos sentábamos cerca del vidrio, temprano daba el sol. Y al fondo, las mesas de billar, el fondo de Bianca permanecía siempre en el mismo espacio tiempo. Siempre era madrugada, hasta allí no llegaba la luz nunca. Los ojerosos, hombres que fumaban y se acariciaban el bigote amarillento, ya sin pensamientos claros, desahuciados que habrían perdido alguna propiedad al póker esa misma noche y no se atrevían a volver a su casa, que ya no era suya, y encontrarse con su mujer, que ya no hacía reproches, cansada y aburrida. Eran figuras fijas, abandonadas hasta por su propia sombra. Trasnochados a las ocho de la mañana y trasnochados a las cuatro de la tarde. Los ojerosos hombres, inclinados como próceres, sobre el vaso casi vacío de vino.

A mi me gustaba que me lleves al baño, al de Bianca, pasábamos por un tablón que escondía la entrada al sótano, un deposito de quien sabe que raza de ratas, y de allí al baño de hombres, chiquito, pintado de negro, olor a fluido, me bajaba la bombacha y sostenía la esperanza hasta el final de poder hacer pis parada, en los mingitorios.
Pero era el baño de varones y yo era nena, y todavía no entendía bien la injusticia de no tener pene, de haber nacido con un faltante, de no tener ese segmento de poder germinando en mi cuerpo. Por eso intenté varias veces reemplazarlo con la tetina de la mamadera de mi hermana que funcionaba de prótesis y me devolvía algo de dignidad...hasta que un día, en el baño de Bianca, me la descubriste dentro de la bombacha, un pene suelto, inútil, que me lleno de vergüenza y frustración.

Yo te miraba, a través del vapor de la taza de café te miraba, vos mirabas hacia la calle, me di cuenta que tenías los ojos muy húmedos, que tus pestañas eran rectas y que había una sombra llena de horas de turnos de noche debajo de tus ojos grandes. Me di cuenta que te tragabas la impotencia con el cigarro, que no tenías palabras, que las buscabas en los carteles, en los paquetes de pastillas, en la cajita de fósforos, en las patentes de los autos, en los sobres de azúcar ..y que no podías decir por qué estabas tan triste. Si vos no querías tampoco volver, pero tampoco sabías como irte...luego todo se entumeció. Yo no entendí nada, me hicieron creer que era tu culpa. Y lo creí durante gran parte de mi vida. Y aunque halla sido tu culpa, yo ya te perdoné, porque siempre estaba a upa tuyo en la sala de espera, porque no arrancaba el citroen para ir a la escuela, porque nos hacías la leche y corríamos atrás del transporte escolar, porque en primer año me llevaste a la escuela Agrotécnica que quedaba a 40 km de la ciudad , un capricho, yo no quería ir a otra, que me compraste las zapatillas Roky y eran desconocidas pero salieron buenas.
Y que quiero tomar muchos café con leche con vos, hasta que me puedas decir por qué estas tan triste.

1 comentario:

  1. Re encuetro con el pasado, cara a cara, con la frente en alto secandote las heridas que el tiempo dejo en el alma y besar los recuerdos, comprender q mantener el juicio es siempre buscar culpas y culpables de haber sido lo q se pudo y tal vez seguir soñando siempre ese tiempo que se quiso.. todo esta ahi en la memoria, trampolin del futuro, puertas abiertas a ese tiempo que cuando lo comprendemos es ESTE momento q encierra y contiene.. lo que Fuimos, lo que Somos y lo que estamos por Ser...
    tal vez nunca encuentre las palabras que necesita, por que hay cosas que no tienen palabras, pero se sienten.. aun sin nuestros sentidos..

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