lunes, 9 de noviembre de 2009

Día de los muertos.

Me voy a quedar un paso detras tuyo, escuchando que me los nombras y olvidándome al segundo siguiente. Te sigo, me gusta mirarte: cambias el agua, acomodas las flores,y sin tristeza rezas en silencio, apenas moviendo los labios, rezas un rezo corto, acordándotelo a medias, lo inventas, lo exalas, verso incompresible.
Pasan las horas, caminamos entre las parcelas, tu cabeza calva brilla entre las cúpulas de las bóbedas estampadas de palomas.
De bronze, la estructura de una vieja cuna rodea la cruz, "es un hermano que murio cuando tenía seis meses", te persignas, cae un crisantemo dentro de la cunita.
Buscamos agua de la canilla, llenamos la botella. Baja el sol plegando las sombras, las que estan y las que imagino, musgo,a estas horas me das la mano, por suerte, ya me ahoga tanto olor a flores , tanto arrullo de palomas, tanto vapor frio de las bóbedas y viejas con tapado negro y zapatos de cuero lustrado.
Salimos, una fuente de agua rebalsa de pájaros, el monumento de un procer, un altar de granito, "es el primer muerto que enterraron en este cementerio",la entrada, un cajón semiabierto a un costado y la intima sensación de que siento olor a huesos.
Te miro, estas satisfecho, somos muchos detras tuyo, algunos no quisieron quedarse hasta la próxima visita.

1 comentario:

  1. recorriamos felices el cementerio de la mano del abuelo... era toda una aventura...jajaj, me acuerdo..
    era entretenido visitar los muertos.

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