viernes, 14 de agosto de 2009

Habrase visto...

Mansedumbre del llano, la huella mía, resto sólido del único sonido que me persigna el paso.
Mas allá de este cabecear del sol me espera la casa, la grieta por la que entro ese lugar que, apenas por algunos cacharros, se distingue del afuera.
Liviana, sin apuro, la tierra entra y se entrelaza con el humo de la cocina. Calvicie de todas las cosas que acumulan el polvo, huesos de la soledad y la espera, leves y ajenos.
Antes de acostarme, mientras espero que se enfríe la lata de caldo, estoy unos instantes de espalda a la ventana. Necesito rezar, es un rezo con los ojos cerrados, lentamente voy sintiendo que todo mi cuerpo se hace espalda, se prensa y se plega en vértebra, en músculo apretado en las costillas. Luego de un rato, siento el viento, mas fuerte en la noche pampeana, el viento empuja los vidrios opacados, apenas prendidos del marco de la ventana, y hace ese ruido...ruido a sombras, a musgo pegado en la cruces abandonadas.
A mí se me hace que es magia, me entra a dar un calor tembloroso, una fiebre helada..y por fin la siento, sí...un rostro pequeño que se apoya en el medio de la espalda, logro imaginarlo, es suave, un arañazo de vapor caliente, un ramo de claveles que se mete lento y blando en la piel.
Despues todo pasa, la camisa esta empapada, me entra el frío de golpe y me la saco rápido, me envuelvo en el poncho, por el enfriamiento en el pecho, que no venga la tos, ya bastante con quedarse sin leña..que ..habrase visto!.

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