jueves, 6 de agosto de 2009

El paraiso?

No debería ser ingenuidad, si primero me trajiste las naranjas y no quisiste cobrar nada, dijiste que eran las últimas de la temporada, que no valía la pena...sin embargo, cuando las probé, me quedé en silencio, estaban como traídas del mismo paraíso.
Luego quisiste llevarme en el auto hasta casa, que no, que sí, que me gusta caminar, que hoy esta muy fresco, hasta que me senté en la butaca y pase por un tenso y lento momento en el que cruzaste tu brazo sobre mí para poner el cinto.
Y después: que tengo un lugar para mostrarte, que cuando tengas tiempo, no hay apuro, pero si es en esta semana mejor porque no esta pronosticado lluvia.
Entre sin poder ver, al jardín, vos me tenías los ojos vendados. Yo pude distinguir con los otros sentidos, me hice un idioma sin muchas palabras:
los besos, las ciruelas,
el tendón genital, el jengibre y el agua de coco,
la tensión de las mandíbulas, el jadeo del mar,
tus manos saladas, el pescado crudo,
tus temblores y tu fiebre, la neblina caliente sobre el aliento.
Luego regresamos con tormenta,
y quise hablar y no pude,
porque mirar y ver es otro idioma.

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