He recorrido el camino con atajo, me he maravillado con el paisaje, con los seres que encontré y me acompañaron durante algunos tramos, con las voces que me trajo el viento, con las tormentas y los refugios que me brindó el relieve. A lo lejos se ve un blanco de luz solar, parece buen lugar para un descanso. Me acerco a un tronco caído, es como un gran animal prehistórico que duerme, lo acaricio antes de sentarme. El sudor caen de mi frente como guirnaldas de un viejo carnaval, bautizan mis ojos, arroyan la tierra pegada en la cara. Miro hacia arriba, las piernas se sienten calientes y tensas, todo el aire posible entrando por mi nariz, sol, un movimiento lento del viento agita las ramas y calma la sangre que se apura por mi cuello.
Escucho pasos que se acercan, y luego frenan, puedo reconocerte por el olor, estas callada, detrás de mí, cuando giro y te veo me sonreís, estas contenta, te encontré de nuevo, o me encontraste. Nunca tendría que haber perdido la confianza, tuve miedo, el miedo me lleno de amargura durante mucho tiempo. Acá estas, de alguna manera supe que no ibas a cavar tu fosa. Traes una bolsita colgada en la muñeca, unas empanadas?...unas naranjas frías?. Nos sentamos juntas, no sé que va a pasar mas adelante, estoy feliz por tu presencia, cómo no aprender a confiar cuando te miro y compruebo que podes recrearte, respondes a los ciclos de la mariposa, de las algas, de las ovulaciones, atravesas el dolor de los partos y de las muertes de seres queridos, ¿todo para que?, para que estés acá sentada, entre las bervenas y los yuyos silvestres, plena, tomando el instante entre los dedos y soplándolo para que se expanda, como las semillas del panadero.
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Sobre los días de este año y un poeta de la plata
ResponderEliminarAsí comienza el vuelo de este nuevo año a través
de las nubes hacia una noche
por fin iluminada. Durante
todo el tiempo un motor
lógico ejecuta las mismas
revoluciones. Se recorta
el lienzo; dos modos:
el día y su noche.
No es mi caso, porque
siempre fui la mitad
de una representación
que se detuvo.
Es tan difícil
cambiar de hábito, pero sucede,
y de una manera tal que la sola
esperanza de volver atrás
coincide con el deseo de ir
hacia adelante. No existe mayor
sinceramiento en estos opuestos.
La posibilidad de encontrar
la mancha ya templada
en la creencia del gesto.
Es así, al decir de un poeta: “Penumbra verde
para sus sueños, musgo para su almohada”.
Intento
aclarar, cuando oscurece.
Si el mundo le pertenece
a alguien, ¿tiene que ver
con estas anotaciones?
Sólo quien entienda
que los objetos visibles
no mueren con la noche,
prosperará en la oscuridad me dice el I ching.
Algo bajó del río.
Buenisimo el blog y gracias por los días compartidos